El exjugador dominicano Sammy Sosa sorprendió al mundo deportivo al emitir un comunicado en el que admitió haber cometido errores durante su carrera. Aunque esta disculpa llega con años de retraso, representa un paso significativo en su relación con los fanáticos de Chicago y el béisbol en general.
Sosa, recordado por su histórica competencia de jonrones en 1998 y por su etapa brillante con los Leones del Escogido, nunca falló oficialmente una prueba de sustancias prohibidas. Sin embargo, su carrera quedó marcada por la sombra de aquella época y las controversias en torno al uso de esteroides en las Grandes Ligas.
La disculpa ha generado reacciones mixtas. Para algunos, es un gesto tardío que no evita que su legado esté incompleto. Para otros, refuerza la idea de que Sosa merece un lugar en Cooperstown, aunque hasta ahora no haya logrado entrar al Salón de la Fama por votación.
Tras este acercamiento, los Cachorros de Chicago, equipo donde Sosa vivió su mejor etapa profesional, lo han invitado a un evento en enero. Este gesto sugiere una reconciliación en proceso, algo que muchos fanáticos esperaban desde hace años.
A pesar de todo, el legado de Sosa trasciende su ausencia en el Salón de la Fama. Su grandeza como jugador, especialmente en la inolvidable temporada de 1998, sigue siendo celebrada por los amantes del béisbol. Como muchos dicen, “lo bailado nadie se lo quita”.
El camino de Sosa hacia la redención podría ser lento, pero este gesto deja claro que está dispuesto a dar los pasos necesarios para honrar su historia en el béisbol.