El expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter, fallecido recientemente, dejó una huella imborrable en la historia democrática de la República Dominicana. Su intervención durante la crisis electoral de 1978 marcó un antes y un después en el desarrollo político del país, siendo clave para el retorno de la democracia tras 12 años de régimen autoritario de Joaquín Balaguer.

En aquel proceso, Balaguer, derrotado en las urnas por Antonio Guzmán del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), intentó perpetuarse en el poder movilizando a las fuerzas armadas. Fue la presión internacional liderada por Carter, desde la Casa Blanca, lo que forzó al gobierno dominicano a respetar los resultados electorales. Esta acción, respaldada por el Centro Carter, sentó las bases para elecciones más transparentes y el fortalecimiento de las instituciones democráticas en el país.

El legado de Carter en la República Dominicana no se limita a ese episodio. Su continuo apoyo a través de misiones de observación electoral consolidó la confianza en los procesos democráticos. Además, su figura se convirtió en símbolo de la defensa de los derechos humanos y la justicia en la región.

Aunque la democracia dominicana sigue enfrentando desafíos, el impacto de Carter permanece como recordatorio de que la voluntad popular puede prevalecer sobre la opresión. En este cierre de año, el país honra su memoria y reflexiona sobre la importancia de proteger los valores democráticos para las futuras generaciones.