Hoy, 13 de marzo, marca el undécimo aniversario desde la elección del Papa Francisco, un pontífice que ha dejado una marca indeleble en la historia de la Iglesia Católica por su cercanía, empatía y energía reformadora.
Tras la renuncia de Benedicto XVI, los cardenales se reunieron con la convicción de que era necesario elegir a alguien que transmitiera cercanía y energía. Fue entonces cuando eligieron al entonces cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio como el nuevo Papa, quien adoptó el nombre de Francisco.
Desde el inicio de su papado, la cercanía de Francisco ha sido notable. Ha abrazado diversas formas de sufrimiento humano, desde consolar al niño que perdió a su padre hasta acoger a los refugiados que estallan en desesperación.
Pero su liderazgo va más allá de la empatía. Los cardenales que lo eligieron tenían la esperanza de que fuera un líder enérgico, capaz de reformar la curia y revitalizar la Iglesia. Francisco ha cumplido con esas expectativas, especialmente en el ámbito económico.
Desde el comienzo de su papado, Francisco ha impulsado medidas de transparencia y anticorrupción dentro del Vaticano. Por ejemplo, instituyó figuras externas como el revisor general, encargado de supervisar los balances de las diversas instituciones vinculadas al Vaticano. Esto ha marcado un cambio significativo en una estructura que anteriormente operaba de manera independiente y sin un control efectivo.
En el undécimo aniversario de su elección, el Papa Francisco continúa siendo un faro de esperanza y renovación para millones de católicos en todo el mundo. Su liderazgo, marcado por la cercanía, la empatía y la energía reformadora, sigue inspirando a creyentes y no creyentes por igual.