El 13 de noviembre de 1985, el volcán Nevado Ruiz, ubicado a 220 kilómetros de Bogotá, se activó luego de llevar años dormido. La estructura geológica expulsó esa tarde 35 millones de toneladas de materiales magmáticos. A causa de la erupción, ocurrió un alud de tierra que arrasó con la población de Armero.
A Omayra Sánchez la encontraron los rescatistas en medio de los escombros de su casa. La pequeña de tan solo 13 años estaba con el agua hasta el cuello y, según le contó al personal de emergencia, los restos de su padre y su tía reposaban debajo de ella.
Omayra Sánchez fue víctima de un alud causado por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz.
Cuando intentaron extraer del fango a Omayra, los bomberos locales comprobaron que sus piernas estaban atrapadas por el concreto de su casa. Para poder liberarla, debían amputarle las extremidades inferiores.
La pequeña fue localizada por periodistas nacionales e internacionales. De ese modo, se dio a conocer que la niña asumía con una entereza única la situación que afrontaba
Pese a los denodados esfuerzos por sacar a Omayra, los rescatistas no pudieron hacer mucho más que acompañarla hasta su último día con vida, el 16 de noviembre, 72 horas después de haber sido sepultada por la masa de barro. Para un rescate exitoso, hacía falta una motobomba que extraiga el agua, material quirúrgico y un ambiente adecuado para su recuperación.
Las ultimas palabras de la pequeña fueron: “ Mamá si me escuchas, yo creo que si; quiero que resa para que yo pueda caminar y esta gente me ayude”
Su muerte dejó desconcertada a la ciudadanía por la valentía con la que la menor había logrado sobrevivir durante tres días la cual agonizó.
Cuando falleció Omayra, su madre decidió que ella sea enterrada en el mismo lugar en el que agonizó, ya que no quería que le amputen las piernas a su hija. De ese modo, su tumba se convirtió en un centro de peregrinación a donde asisten personas a pedirle milagros, los cuales agradecen con placas conmemorativas. Se calcula que debido al desastre natural 8.000 niños perdieron la vida.
De ese modo, su tumba se convirtió en un centro de peregrinación a donde asisten personas a pedirle milagros, los cuales agradecen con placas conmemorativas.