La zona sur de Santiago se ha convertido en un territorio sin ley, asediado por bandas criminales que mantienen a sus habitantes en constante terror. Los esfuerzos de los organismos de seguridad han sido insuficientes, con cambios insignificantes en las rotaciones policiales que no han logrado frenar la violencia.

En las últimas semanas y meses, los enfrentamientos han convertido la zona en un campo de batalla, particularmente en el sector de Pekín, donde la disputa por el control de un punto de drogas ha resultado en tiroteos constantes. Los residentes viven con miedo, sabiendo que en cualquier momento pueden ser atrapados en el fuego cruzado.

Wally Ricardo Ureña, conocido como “el rey de la zona sur”, ha sido identificado como uno de los principales proveedores de drogas. Con 33 años de edad, Ureña posee numerosos vehículos de transporte público, fincas y establecimientos comerciales. En noviembre pasado, fue arrestado por la Dirección Nacional de Control de Drogas, que incautó 13 pacas de marihuana, balanzas, armas de fuego y una cantidad considerable de dinero en su poder.

Sin embargo, la detención de Ureña no ha disminuido la violencia. Jairo José Fabián Peralta, ex lugarteniente de Ureña, ha asumido el control del microtráfico en Pekín, perpetuando el ciclo de violencia. El viernes 6 de agosto, Raúl Ernesto Paulino Brito, de 19 años, fue asesinado en su casa en La Ceibita, un crimen atribuido al grupo de Jairo. Dos días después, en un acto de represalia, Gary Antonio Sánchez Pérez, de 38 años, fue abatido junto a Nicole Valdés, hija del secretario general de la Ruta N, y Juan Santos resultó gravemente herido.

La policía ha hecho pocos esfuerzos efectivos para combatir esta ola de criminalidad. Los cambios en las dotaciones y los intentos de patrullaje han sido inadecuados, con muchos de los asesinatos ocurriendo a pocos metros del cuartel policial. La comunidad sigue viviendo en el miedo, esperando que las autoridades tomen medidas más decisivas para recuperar la seguridad en sus barrios.